jueves, 31 de mayo de 2012

Vidalín.

Viñetas de Eneko.

Dejando atrás el páramo, y el polvo que levantaban sus desgastadas abarcas, Vidal, concluido su trabajo en la majada, comenzó a divisar, discurriendo por el abrupto sendero, la espadaña de la vetusta iglesia del pueblo. Más adelante, escuchó la dulzaina de Víctor, que tras la cancilla del corral ensayaba para la fiesta. Ambos, los últimos años por exigencias militares, habían estado ausentes, y ahora, a pesar de los obscuros presagios, confiaban disfrutarla. En aquellos pagos la dureza de la vida, desde el alumbramiento, era ancestral, pero él, comportándose con valentía, dignidad y honradez, había evidenciado que la resignación y la fatalidad, era necesario combatirlas. 

Avistando la placita circundada de modestas casas enjalbegadas de blanco, observó que algunos vecinos examinaban la proclama fijada en la solana, allí comprobó que aparecía su nombre parcialmente oculto por un importante sello. Su quinta era de nuevo requerida para servir, “Dios sabe a quién. . .”, pero él, no tuvo ocasión. Algunos, cobardemente, se anticiparon para saldar presuntos agravios. Ahora, Vidalín, honesto, y comprometido, no se resignaba como antaño hiciera su abuelo, a no pelear por hallar en aquel robledal sus restos, sería un diferido acto de justicia y de homenaje a un HOMBRE.

miércoles, 23 de mayo de 2012

La caja de cerillas

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http://www.arija.org/es/index.php?title=Portada
-Parece mentira-, le decía Manuela, secándose las manos en el mandil, y continuaba su perorata, -cuando se le mete algo en la mollera, no lo conozco, usted siempre tan juicioso y dando siempre tan buenos consejos-. Don Hilario llevaba tiempo en un sin vivir, cada vez que oía la bocina del “balilla” del médico, o la del “forinche” del boticario, sentía un calambrazo en su yo más profundo. Como era posible, se preguntaba, que ellos hubieran conseguido el carné de conducir, y a él, destacado estudioso de las complicadas materias inherentes a su sagrado ministerio se le resistiera el dichoso carné. Fruto de su insistencia o de la temporal distracción del santo que acostumbraba a velar por él, un día regresó de la capital con el ansiado permiso en el bolsillo. Sin haber pasado mucho tiempo, un día, descendiendo de la ermita, Don Hilario y su auto, sufrieron un importante “tropezón”. Cuando Manuela acudió al Hospital, el frustrado Fangio, utilizando las únicas articulaciones que no habían sido escayoladas, le dijo: -no lo entiendo, si era como una caja de cerillas-, a lo que ella respondió, -pues ha estado a punto de requerir otro tipo de caja-.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Una acción intrasferible

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chocolatebailable.wordpress.com
-Joderme- repite Micky saboreando la palabra. Atascado, no consigo desenredar la ficción que viene devaneándose en mi esforzado caletre. Asomado al patio, tan cutre como el resto del edificio, contemplo su surrealista decorado. Sabanas agotadas, y desgastadas prendas multicolores, son su principal aderezo, complicado puzle como mi vida y la asignada a mi personaje. Sumido en mi crónica disposición a la derrota, me aborda el esperado pálpito mental, atrapándolo reanudo mi creación. Micky, acariciando la mesolítica “pipa”, se dice: será mía la iniciativa. Sin adjudicarle un desenlace, me interrogo, ¿conseguiré yo adueñarme de la mía?, porque temo, que tan inquietante personaje, aburrido, acabe escribiendo mi elegía.